Este artículo cuenta la historia de un Podcast lanzado conjuntamente con Solidaritas Perumpuan, una organización feminista de Indonesia. Se trata del tercer episodio de la serie “Luchas de mujeres por la tierra”, producida por el WRM junto a organizaciones de diferentes países. En este episodio se cuenta la resistencia de las mujeres ante las plantaciones de palma aceitera, REDD y un proyecto a gran escala para la producción de alimentos (Food Estate) en tres aldeas en Kalimantan Central.
Artículos del boletín
La empresa Sequoia pretende establecer 60.000 hectáreas de monocultivo de eucalipto en la provincia del Haut-Ogooué, en Gabón. Las declaraciones de las comunidades y una encuesta con la participación de más de 1.400 personas de la región impactada subrayaron el total rechazo a este proyecto. Autoridades del actual gobierno y del Parlamento de Gabón también se han expresado en contra de este proyecto.
En Congo-Brazzaville, los proyectos de plantación de árboles para los mercados de carbono proliferaron en los cuatro últimos años. Esto supone la implementación a gran escala de monocultivos por parte de empresas petroleras bajo la bandera de la “neutralidad del carbono” y la creación de empleos para las comunidades. Sin embargo, estos anuncios no son ni una solución para la crisis climática ni un beneficio para las comunidades del Congo.
La ‘política climática’ de Tailandia basada en la compensación de emisiones: mayor caos e injusticia
Con el apoyo del Banco Mundial, el gobierno tailandés avanza rápidamente en la implementación de su ‘política climática’ basada en la compensación de emisiones de carbono mediante el uso de las llamadas ‘áreas verdes’. Se prevé que estas áreas cubran no menos de la mitad de la superficie del país. Sin embargo, detrás de este discurso ‘verde’ se esconde una política económica que depende en gran medida del uso continuado de combustibles fósiles.
Además de sus impactos directos en la vida de las comunidades, los monocultivos de eucalipto representan una absurda y obscena desigualdad. Un grupo de 45 habitantes de las comunidades con quienes hablamos se quedaron atónitos al saber que tendrían que trabajar durante 2.300 años para recibir, colectivamente, lo que la familia para la que trabajan recibió en un año solo con los títulos de propiedad de una de sus fincas.
Uno de los temas centrales en discusión en Cali, Colombia, en la cumbre sobre Diversidad Biológica (CBD – COP 16) son los llamados “mecanismos de compensación por pérdida de biodiverisdad”, una estrategia para permitir a las empresas y sus aliados seguir aumentando sus ganancias y con ellas, la destrucción de los territorios.
Este boletín revela varios casos en los que la expansión de los proyectos de carbono se ha convertido en parte integral del modelo extractivista, que ha estado destruyendo territorios y medios de vida de las comunidades durante largo tiempo. Por eso, compartimos artículos sobre las formas antiguas y nuevas de extractivismo y sobre cómo las comunidades continúan luchando para resistirlas.
Al igual que lo hicieron los colonizadores holandeses en el pasado, el gobierno, las empresas y los inversionistas de Indonesia consideran que la tierra de Papúa es un vasto territorio vacío, una nueva frontera para la extracción y la especulación. Sin embargo, la tierra de Papúa no está vacía sino que es el hogar de cientos de Pueblos Indígenas, entre ellos los hombres y las mujeres de la aldea de Kampung Bariat, quienes luchan por garantizar el control de su territorio ancestral y mantenerlo libre de plantaciones de palma aceitera.
La empresa de monocultivos de palma aceitera Brasil Bio Fuels (BBF) amenaza con desalojar a familias campesinas, con la complicidad del gobierno del estado de Pará.
En este artículo se demuestra que la 'bioeconomía', de la que tanto se habla, no es 'sostenible' ni 'limpia'. Lo que hace es destruir los territorios de las comunidades, como lo hacen desde hace tiempo las industrias que promueven el extractivismo basado en los combustibles fósiles.
La Orinoquía va desde el piedemonte de la cordillera oriental hasta la frontera con Venezuela. Históricamente la región ha estado asociada a la explotación de caucho, maderas, pieles y otros llamados “recursos naturales” a costa de la explotación de las comunidades ancestrales. Hoy surgen nuevas amenazas bajo el paradigma de la conservación, las energías verdes y proyectos de carbono.
La empresa está en proceso de renovar parte de sus plantaciones de palma aceitera en Edéa. A finales del año pasado, las comunidades comenzaron a movilizarse contra este proceso. Su resistencia y determinación para detener a la empresa ha llevado al subprefecto a solicitar a Socapalm el cese de sus actividades. Esta es una primera victoria de la comunidad y de las mujeres organizadas de Edéa, pero ¡la lucha continuará hasta que SOCAPALM devuelva las tierras a las comunidades!
La provincia de Corrientes concentra la mayor superficie de plantaciones forestales del país. El 80% de la madera se destina a los aserraderos. Allí, se queman periódicamente montañas de aserrín, lo que genera graves problemas para la vida y la salud de los vecinos. La organización local Guardianes del Y’verá realizó un relevamiento de salud comunitario para denunciar la problemática, exigir la relocalización de estos establecimientos y denunciar los impactos del modelo forestal.