Artículos del boletín

Les invitamos a reflexionar junto a una militante que desde sus procesos de lucha en Brasil, explora los procesos de resistencia y los desafíos que enfrentan. En esta reflexión, les invitamos además a sumarse a la resistencia colectiva, sean cuales sean sus propios contextos y espacios de organización. ¡La lucha continúa y la lucha es una!
Bajo el argumento de un “desarrollo sostenible”, los gobiernos de la región Amazónica siguen fomentando el extractivismo. En este contexto, la lideresa indígena Alessandra Munduruku afirma: "Hay que demarcar los territorios indígenas. Basta de hablar de bioeconomía, de sostenibilidad, cuando en la actualidad lo que hay es violencia"
La región amazónica es una de las últimas fronteras de resistencia a la expansión del capital. Esto se expresa en las luchas de activistas sociales como Chico Mendes, así como por la presencia en la región de la mayoría de los pueblos indígenas del planeta que todavía se mantienen en aislamiento voluntario. Sin embargo, en la actualidad diferentes formas de extractivismo‘verde’ avanzan cada vez más en este territorio.
En la región del Vale do Acará, en el estado de Pará, los pueblos indígenas Tembé y Turiwara y las comunidades quilombolas y campesinas luchan por recuperar parte de los territorios de vida que han ocupado tradicionalmente. No se trata de una lucha solo por recuperar el territorio, sino para revertir una historia de opresión e injusticia. Hoy denuncian la violencia estructural que sufren y la omisión del Estado.
La expansión de la frontera agrícola para el cultivo de soja o palma aceitera así como la minería y la posible construcción de mega represas avanzan sobre los espacios vitales de comunidades indígenas y campesinas. A fines de 2018, los pueblos se organizaron en una Coordinadora para defender sus territorios y el derecho a una vida digna.
Comunidades indígenas de la Cuenca Amazónica peruana crearon una red para defender sus derechos territoriales y de autoderminación. Su lucha no es sólo contra la deforestación, sino también contra los proyectos conservacionistas y de mercados de carbono -como los proyectos REDD- que generan más injusticia y conflictos internos.
La decisión del pueblo ecuatoriano de parar la extracción petrolera en el Parque Nacional Yasuní implica ahora nuevos desafíos: cómo recuperar un territorio sacrificado y hacer justicia en las zonas afectadas con la solidaridad del conjunto del país.
Mocoa se ubica entre las montañas andinas y la Amazonía colombiana, en medio de una de las cuencas hídricas más importantes del país, territorio donde conviven comunidades indígenas, afrodecendientes, campesinos y colonos. La creciente demanda de minerales para la “descarbonización” en el mundo pone a esta región en serio riesgo, ya que empresas mineras intentan avanzar con la extracción del cobre que hay en el subsuelo.
El pueblo Ka’apor vive en Alto Turiaçu, en el noroeste del Estado de Maranhão, en Brasil. Es el territorio indígena más grande de la Amazonia Oriental y, también, la porción de selva preservada más grande en esa región. Allí llegaron empresas extranjeras a proponer proyectos REDD, que generan conflictos y el rechazo de una parte de la comunidad, que se organiza para resistirlos.
En los últimos años, una de las principales amenazas para la Amazonía venezolana y para los Pueblos Indígenas que la habitan es la explotación minera, sobre todo la minería de oro.
Después de casi 30 años de negociaciones climáticas en el seno de la ONU, el resultado ha sido el establecimiento de políticas y prácticas que facilitan la constante expansión de la economía basada en combustibles fósiles (así como de sus ganancias) al tiempo que permanecen ocultas sus implacables consecuencias negativas en los territorios donde se expande.
El presidente Jokowi califica al Parque Industrial Kalimantan Indonesia (KIPI, por su sigla en inglés) como “la zona industrial verde más grande del mundo”. Pero en realidad KIPI no es nada de eso. Exigirá un uso masivo de combustibles fósiles así como el acaparamiento a gran escala de tierras y agua, al tiempo que para miles de personas de las comunidades costeras representará la amenaza de un desalojo forzoso. (Disponible en indonesio)